Movilización y transferencia de mayores dependientes

Si eres cuidador necesitas adquirir las habilidades que te permitan realizar la movilización y transferencia de la persona mayor dependiente a la que cuidas de la forma más adecuada, a fin de evitar lesiones.

Adquirir unos conocimientos básicos sobre cómo mover a una persona mayor encamada, o llevarla de una habitación a otra cuando presenta movilidad reducida, es fundamental para su cuidador informal, figura que ha adquirido mucha relevancia debido al envejecimiento de la población, y a la limitación de recursos económicos de muchas familias. Se denomina cuidador informal al familiar, amigo, o persona de su entorno social, que se encarga de cuidar a un adulto mayor o persona dependiente sin disponer de formación socio-sanitaria específica para ello. Se encargan de la alimentación, la higiene, la toma de la medicación, e incluso de la cura de heridas y demás necesidades de la persona que no se vale por sí misma, pero no dispone de los recursos necesarios -o no desea- vivir en una residencia o contratar a personal cualificado.

Según diferentes estudios el perfil del cuidador informal es una mujer mayor de 50 años, ama de casa, con estudios básicos, que convive con la persona a la que cuida. Según el estudio Cuidadoras informales: una perspectiva de género, entre el 5 y el 10% de los mayores de 65 años tiene limitaciones de autocuidado y movilidad, y necesita la ayuda de esta figura.

Cómo movilizar a una persona mayor encamada

Una de las tareas más importantes que asume el cuidador informal es la de movilizar a la persona encamada debido a la incapacidad de ésta de levantarse o cambiar de posición en la cama. Es fundamental adquirir esta habilidad porque realizar malos movimientos, o no hacerlos con la frecuencia adecuada, puede acarrear problemas de salud, tanto al cuidador como al encamado.

Para que la ejecución sea la adecuada, primero el cuidador debe:

  • Observar la posición del encamado y plantearse el movimiento que va a realizar.
  • Posicionarse de tal forma que la tensión y la fuerza que realice implique al mayor número de músculos posibles de su cuerpo, para evitar que toda la carga caiga en uno o dos.
  • Comenzar con una posición que asegure tener la espalda recta, las rodillas flexionadas, los pies separados unos 30 centímetros, el cuerpo lo más cerca posible de la otra persona, y orientado hacia la dirección en la que se va a realizar el movimiento.

Una vez que se ha adoptado esta postura, ya se puede proceder a mover a la persona encamada. Lo ideal es hacerlo entre dos personas para evitar sobreesfuerzos. Estos son algunos de los consejos a tener en cuenta para realizar los movimientos:

  • Se deben hacer lentos, sin que sean bruscos, y evitando lo máximo posible el roce del cuerpo del encamado.
  • Colocar una sábana doblada debajo de la persona, situada en la mitad de su cuerpo, entre los hombros y los muslos. Primero se deberá colocar en un lado, y luego del otro. La persona encamada debe estar de lado.
  • Una vez que está bien colocada la sábana se debe coger de un lado, aunque es mejor de los dos con la ayuda de otra persona, y se puede proceder a mover a la persona hacia el lado de la cama deseado tirando de la sábana.
  • En el caso de que se le quiera mover hacia el cabecero, y si el encamado puede, se le debe pedir que agarre el cabecero y flexione sus rodillas. El cuidador deberá colocarse a la altura de sus caderas y meter sus brazos debajo del dependiente. A continuación, deberá pedir su colaboración para que haga fuerza y así le ayude a desplazarle hacia arriba, siempre realizando el movimiento desde sus caderas.
  • En el caso de que la persona no pueda colaborar, es recomendable pedir ayuda a otra persona. En este caso se volverá a utilizar la sábana doblada, y entre los dos, cogiendo ambos extremos, movilizar al encamado hacia el cabecero. Si el cuidador está solo, deberá retirar la almohada y colocarse frente a la cama, con el cuerpo ligeramente girado hacia el cabecero; en este caso debe colocar un brazo debajo del hombro de la persona, y el otro por debajo del muslo para realizar el movimiento deseado, manteniendo las rodillas rectas.

También es importante saber cómo cambiar de posición a la persona, para que pase de estar tumbada a sentada. Para ello se debe proceder de la siguiente manera:

  • Colocar al encamado de lado, con las piernas flexionadas.
  • El cuidador debe rodear con un brazo las piernas por detrás de las rodillas. El otro brazo debe pasarlo por debajo del hombro para colocarlo en la parte alta de su espalda, consiguiendo que la cabeza de la persona quede apoyada en el antebrazo del cuidador, quien nunca debe coger al encamado del cuello.
  • Con esta posición, se deben sacar las piernas de la persona hacia fuera de la cama, para continuar subiéndole el tronco mientras se le bajan las piernas hacia el exterior de la cama. Para acostarle habrá que colocarse en la misma posición y realizar el movimiento al contrario.

    Cómo evitar las escaras con la movilización

    Movilizar a una persona mayor encamada es fundamental para evitar problemas de salud graves como pueden ser úlceras de presión o escaras. Se denomina así a toda lesión de la piel que se produce en cualquier parte del cuerpo al sufrir una presión prolongada sobre un plano duro. Esta presión no tiene por qué ser intensa, y es independiente de la posición en la que permanezca el encamado. La zona de piel afectada por una escara puede empeorar si no es tratada adecuadamente, e incluso provocar problemas en el tejido que se encuentra bajo ella, como es la grasa, el músculo, e incluso el hueso.

    Las escaras son uno de los problemas más comunes entre los encamados, y se deben evitar en la medida de lo posible por el gran impacto que generan en la salud y calidad de vida de la persona encamada.

    Estas úlceras por presión pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, depende de la postura que suela adquirir el dependiente y del estado de su piel. Sin embargo, las zonas en las que aparecen con más frecuencia son los glúteos, la nuca, los codos, y la columna vertebral cuando se mantiene boca arriba (decúbito supino); mientras que si está boca abajo (decúbito prono), las zonas más dañadas son los dedos de los pies, las rodillas, la zona genital de los hombres y el pecho en las mujeres, así como los hombros y las mejillas. Quienes se mantienen de lado (decúbito lateral) presentan daños en los tobillos, las rodillas, las caderas, las costillas, los hombros, y las orejas.

    Las úlceras de presión se pueden evitar, o al menos retrasar su aparición, con los cambios posturales, y con la movilización que, en el caso de quienes puedan, se debe fomentar la actividad, aunque sea mínima, y realizar movilizaciones pasivas de las articulaciones aprovechando los cambios posturales. Además, de debe examinar la piel a diario y mantenerla limpia y seca.

    Ayudas y dispositivos para realizar la movilización

    Especialmente para los cuidadores que no pueden disponer de la ayuda de otra persona, ni de la colaboración de la persona encamada, pueden utilizar diferentes ayudas que les facilitarán su tarea:

    • Estera de deslizamiento: para facilitar el cambio de postura.
    • Tabla de transferencia: para levantar al encamado que no se puede mover.
    • Tabla de deslizamiento: facilita la transferencia de la persona de una superficie a otra.
    • Disco de transferencia: es una ayuda para proceder al giro de la persona.
    • Escala de cuerdas: en este caso es una ayuda para cuando la persona encamada está sola en casa. Con la escala se puede incorporar sin ayuda.
    • Grúa: se utiliza cuando resulta muy complicado levantar y trasladar a la persona.
    • Somieres articuladores: para facilitar los cambios de postura en la cama.

    Para evitar las úlceras de presión se recomienda utilizar superficies especiales de apoyo para el manejo de la presión (colchones, colchonetas o cojines), así como apósitos protectores, almohadas, cojines, vendajes almohadillados, etcétera, sobre aquellas zonas que soportan mayor presión. Lo que no se recomiendan son los flotadores.

    Transferencia de una persona mayor dependiente

    La transferencia de una persona mayor de una superficie a otra es otra de las habilidades que debe manejar el cuidador informal. Es especialmente importante cuando la persona cuidada presenta falta de movilidad o incapacidad para andar, pero su estado de salud no le obliga a estar en la cama las 24 horas del día. Además, para llevar a cabo los movimientos la persona debe poder colaborar mínimamente.

    La transferencia se debe hacer con mucho cuidado, ya que un error o problema puede originar una caída, algo que agravaría el estado del dependiente. Para evitarlo se deben seguir estos consejos al realizar las transferencias más comunes:

    • De la cama a la silla: el cuidador se debe poner de frente a la persona, que le debe rodear con sus brazos por encima de los hombros, hasta llegar a la espalda. El cuidador debe colocar las manos en las nalgas, para proceder a inclinar su tronco hacia delante y luego levantarlo. Con sus rodillas, el cuidador debe bloquear las del dependiente para evitar que se vaya hacia delante. Por último, se debe sentar a la persona; en este movimiento el cuidador debe evitar irse hacia delante echando sus nalgas hacia atrás.
    • De la silla de ruedas a otro asiento: las dos sillas deben formar una “L”, de tal forma que una tenga orientación norte-sur, y la otra este-oeste. Para hacer este movimiento se debe tener en cuenta cuál es la pierna más fuerte de la persona, ya que esa es la que debe estar al lado de la silla donde se va a sentar. El reposabrazos y reposapiés de la silla de ruedas deben estar bajados del lado por donde se va a sacar a la persona. De nuevo el dependiente debe rodear al cuidador con sus brazos por encima de los hombros, y éste poner sus manos en las nalgas de la persona. A continuación se procede a hacer el movimiento, levantando un poco a la persona, para después girarla hacia la otra silla y sentarla.
      Si la persona no puede por sí sola desplazarse hacia atrás para sentarse con la espalda apoyada en el respaldo, el cuidador le puede ayudar. Para ello el dependiente debe cruzar sus brazos en el abdomen, y el cuidador situarse detrás de la silla con una pierna más adelantada que la otra. A continuación se le debe coger por debajo de las axilas, inclinando el tronco del dependiente hacia delante mientras el cuidador le mueve hacia arriba y atrás.
    • De sentado a de pie: el cuidador debe estar de frente a la persona, con las piernas flexionadas, pero una de ellas entre las piernas del dependiente y la otra atrás. Los antebrazos del cuidador deben estar debajo de los de la persona, de tal forma que el cuidador apoye sus codos en su propia cintura. En el siguiente paso, el dependiente debe inclinarse hacia delante apoyándose en los brazos del cuidador, mientras que éste le ayuda a levantarse. Antes de empezar a andar, hay que asegurarse que la persona mantiene el equilibrio.

    Ayudas para las transferencias de la persona dependiente

    La silla de ruedas, los andadores y las muletas son las más utilizadas, pero existen otras ayudas, como dispositivos elevadores que consiguen levantar la altura del asiento para que a la persona le resulte más fácil incorporarse. Además, también se aconseja disponer de butacas con respaldo alto y reposabrazos anchos para que a la persona le resulte más cómodo apoyarse e impulsarse para levantarse.

    Cuando se realizan estos movimientos de transferencia hay que evitar cualquier objeto que pueda impedir la maniobra, así como alfombras, esterillas, u otros objetos en el suelo que pueden provocar deslizamientos y caídas.

    Cómo facilitar los movimientos de la persona mayor en el baño

    El baño es la habitación donde el cuidador informal puede tener más problemas para manejar a la persona mayor dependiente por el poco espacio del que suele disponer, por las tareas que debe realizar en esta estancia, y por encontrarse en ocasiones sobre superficies resbaladizas. Para que las maniobras del cuidador y los movimientos del adulto mayor en el baño resulten más sencillos y se eviten caídas, es conveniente adaptar algunos de sus elementos:

    • Suelo antideslizante: hay de diferentes tipos; los más cómodos de poner son las láminas antideslizantes de pvc, porque se puede ajustar a la medida deseada y colocarlo sobre el suelo antiguo. También podemos optar por los suelos cerámicos o de gres porcelánico, que gracias a su rugosidad ofrecen un buen agarre de la suela y son fáciles de limpiar.
    • Bañera: en los casos en los que a la persona dependiente le resulte difícil meterse en la bañera, e incluso puede ser peligro por presentar riesgo de caída, se puede comprar una tabla de baño, pero la opción más aconsejable es sustituir la bañera por un plato de ducha prefabricado o de obra. Independientemente de la alternativa elegida, es conveniente mantener toda la superficie que ocupaba la bañera para tener suficiente espacio de maniobra, y que se pueda fijar un asiento a la pared, o colocar una silla de ducha, para que tanto el cuidador como la persona dependiente se encuentren cómodos y seguros.
    • Inodoro: unas alzas ayudan a la persona con movilidad reducida a levantarse, y le permitirán estar más cómodo cuando esté sentado. Si se va a reformar el baño al completo, es momento de poner una taza sin pie, o un inodoro que incluya las funciones de lavado y secado.
    • Barras de apoyo: se colocan como punto de apoyo en la ducha, el inodoro y el lavabo; resultan de gran ayuda y son fáciles de encontrar, por lo que no deben faltar en ningún baño que utilice una persona con problemas de movilidad.

    Fuente: Movilización y transferencia de mayores dependientes

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