Los fármacos anticoagulantes podrían aumentar las probabilidades de supervivencia de los pacientes con COVID-19 ingresados en el hospital porque previenen posibles ictus o infartos asociados a la enfermedad por coronavirus, según indican los resultados de las autopsias realizadas a 26 fallecidos a causa de la infección, que revelaron que 11 de ellos (el 42%) tenían trombos (pulmonares, cerebrales o cardíacos).
En la investigación, que ha sido liderada por Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Instituto Mount Sinai Heart de Nueva York, se ha observado que aquellos pacientes a los que se administra tanto una dosis terapéutica o completa, como una dosis profiláctica o más baja de anticoagulantes, tienen aproximadamente un 50% más posibilidades de sobrevivir, y alrededor de un 30% menos de necesitar ser intubados, que los que no toman estos medicamentos.
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Los datos mostraron una asociación significativa entre la toma de anticoagulantes y la disminución de las probabilidades de muerte intrahospitalaria
El nuevo estudio es una extensión de una investigación que se publicó en mayo y se realizó porque muchos de los pacientes hospitalizados a causa de la infección por SARS-CoV-2 desarrollaban trombos sanguíneos que podían ser letales. En dicho trabajo se estudió a 3.000 pacientes con COVID-19 y se descubrió que los enfermos hospitalizados respondían mejor al tratamiento con anticoagulantes.
La mortalidad por COVID-19 disminuyó un 50% con anticoagulantes
Los autores del trabajo, que se ha publicado en Journal of the American College of Cardiology, analizaron seis regímenes anticoagulantes distintos y comprobaron que la heparina de bajo peso molecular terapéutica y profiláctica y el apixaban terapéutico eran los que obtenían los mejores resultados.
Para llegar a estas conclusiones evaluaron el historial clínico de 4.389 pacientes con COVID-19 ingresados en cinco hospitales diferentes entre el 1 de marzo y el 30 de abril de 2020, analizando y comparando las tasas de supervivencia y mortalidad de los pacientes que recibieron dosis de anticoagulantes y de los que no tuvieron este tratamiento. Para estimar el riesgo de muerte se tuvieron en cuenta otros factores como la edad, el origen étnico o las enfermedades previas.
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De estos enfermos, a 900 (20,5%) se les administró una dosis de tratamiento completo de anticoagulantes; a 1.959 (44,6%) una dosis más baja de estos, y 1.530 (34,5 %) no recibieron estos medicamentos. Los datos mostraron una asociación significativa entre la toma de anticoagulantes y la disminución de las probabilidades de muerte intrahospitalaria: las dosis terapéuticas y profilácticas de anticoagulantes redujeron la mortalidad en aproximadamente un 50% en comparación con los pacientes sin tratamiento anticoagulante.
Durante su ingreso hospitalario 467 de estos pacientes (10,6%) necesitaron intubación y ventilación mecánica, pero también en este caso se observó que los que tomaban anticoagulantes terapéuticos tenían un 31% menos intubaciones que los que no recibían estos fármacos, mientras que los que fueron tratados con anticoagulantes profilácticos tenían un 28% menos probabilidades de ser intubados, lo que revela que la diferencia entre los dos grupos de pacientes a los que se administró anticoagulantes no fue estadísticamente significativa.